Por Juan Azcarraga
Si esto fuera una película, sería una de esas comedias involuntarias donde nadie sabe si reír, llorar o salir corriendo. La escena es clara: Donald Trump regresa a la Casa Blanca, se ajusta la corbata con esa sonrisa de vendedor de coches usados y nos lanza la primera bomba: un arancel del 25% a todos los productos mexicanos y canadienses.
Pero como buen guionista de telenovela barata, se arrepiente a último minuto y nos da un “mes de gracia”. ¿Por qué? Porque Canadá, con su primer ministro peinado como protagonista de serie juvenil, responde con la misma dosis de aranceles, y el Wall Street Journal sentencia: “la guerra comercial más tonta de la historia”. A todo esto, Trump, con su relación complicada con la lógica, insiste en que los países pagan los aranceles, cuando en realidad lo hacen los consumidores. Una joya del pensamiento económico.
Y como esto no era suficiente, el magnate naranja lanza su siguiente acto: declara terroristas a los cárteles mexicanos y le da la orden a su aparato de gobierno de “desaparecerlos de la faz de la tierra”. Uno pensaría que con eso ya había cumplido su cuota de caos, pero no. En un movimiento que haría sonrojar a cualquier diplomático, acusa al gobierno mexicano de ser un narco-gobierno en un boletín oficial de la Casa Blanca. Así, sin anestesia.
¿Y nosotros? Pues mientras en Washington discuten cómo manejar esta “nueva amenaza”, aquí seguimos con la clásica postura de “vamos a cooperar”, lo cual suena más a “si no me muevo, tal vez no me ven”. Pero a EE.UU. ya no le basta con discursos. Quiere ver nombres, deslindes y, si se puede, cabezas rodando. Para prueba, basta ver que el secretario de seguridad del gobierno de Adán Augusto está prófugo por narcotráfico. Ahí nomás para que no digan que sospechan sin razón.
Y si alguien dudaba de que EE.UU. está hablando en serio, aquí unos detallitos:
- Un avión espía estadounidense se dejó ver en las costas de Sinaloa y Sonora, como quien deja su coche mal estacionado por error.
- Barcos militares estadounidenses también andaban por ahí, como quien solo “va viendo qué hay de nuevo”.
- El secretario de Defensa de EE.UU. estuvo en reuniones con el Comando Norte, que es, por decirlo elegantemente, el equipo que decide cómo proteger a EE.UU. de sus vecinos sospechosos (adivinen a quiénes incluyen en esa lista).
- La CIA tiene nuevo jefe y su prioridad ya no es Rusia, China o la inteligencia artificial… No. Es el narcotráfico en México. Y no solo eso: se va a poner a espiar políticos mexicanos.
¿Todavía alguien cree que esto es puro teatro?
Afortunadamente, la economía tiene a su propio superhéroe: el consumo de los hogares. Representa el 71% del PIB y ha logrado que la economía mexicana no se nos caiga a pedazos.
Pero aquí viene la ironía: si el consumo fuera Batman, estaría peleando en calzones porque no le alcanza para el traje. La encuesta de Az2 revela que en el segundo semestre de 2024, el 52% de los mexicanos dijeron que no les alcanza el dinero para llegar a la quincena y el 71% no ha podido ahorrar ni un peso. Es decir, estamos consumiendo, pero con la cartera en números rojos.
Los datos respaldan la sensación de que esto es un milagro financiero con fecha de caducidad:
- Ventas de autos: Aumentaron 5.9% en enero. Gran noticia… hasta que recordamos que no es que sobre dinero, sino que los bancos están prestando con la generosidad de abuela en Navidad.
- Empleo formal: Se crearon 73,167 nuevos empleos, pero el crecimiento anual fue de apenas 0.8%. Vamos avanzando, pero a paso de tortuga deprimida.
- Salarios reales: Aumentaron 4%, y el salario mínimo mejoró un 8% en poder adquisitivo. Aquí sí hay una luz, aunque con el 52% de la gente sin llegar a la quincena, se siente más como una veladora de las baratas.
- Confianza del consumidor: Cayó 0.3 puntos en enero. Parece poquito, pero después de meses de optimismo, es como si en plena fiesta alguien apagara la música y encendiera las luces.
- Crédito al consumo: Creció 13.7%, con el crédito automotriz disparándose más de 40%. Un dato curioso, porque confirma que la gente está comprando coches… pero a crédito. O sea, con dinero que todavía no tiene.
- Remesas: En diciembre cayeron 4.9%, pero el año cerró con un aumento de 2.3%. Para 2025, se espera que sumen unos 60 mil millones de dólares. Nada mal, aunque no deja de ser paradójico que nuestro salvavidas económico venga de fuera.
- Programas sociales: Tendrán un presupuesto de 835 mil millones de pesos en 2025. Un respiro para millones de familias, pero también un recordatorio de que, sin este colchón, muchas personas ya estarían en caída libre.
Estamos en una cuerda floja con la economía sosteniéndonos de un lado y la política empujándonos del otro. La gran pregunta es: ¿qué nos va a tumbar primero?
Porque una cosa es segura: EE.UU. ya no está preguntando, está actuando. Y mientras en Washington toman decisiones, aquí seguimos debatiendo si lo que dijo Trump es en serio o si “nomás está jugando”.
El problema es que en este juego, nosotros somos la piñata.