Por: Juan Azcarraga
Los números tienen el encanto de decir mucho sin gritar. Esta semana, revisando los datos más recientes de las encuestas que elaboramos en Az2 Research Lab, confirmé que la confianza pública es un recurso tan escaso como el aguacate en temporada alta. En este país, aplaudimos a quienes parecen estar haciendo “algo” mientras miramos de reojo lo que falta por resolver.
El podio de los secretarios mejor evaluados en la encuesta de inicios de enero de los primeros 100 días del gobierno de Claudia Sheinbaum tiene nombres que no sorprenden, pero sí generan conversación. En primer lugar, Omar García Harfuch. Su trayectoria y perfil operativo siguen siendo un bálsamo en un contexto donde la seguridad nos cuesta dormir tranquilos. Le sigue Marcelo Ebrard, flamante secretario de Economía, que, con su conocida habilidad negociadora, ha cambiado de cancha sin perder el ritmo. Y cerrando el trío, Juan Ramón de la Fuente, el canciller que, con su temple de abuelo sabio, nos da la tranquilidad de que al menos alguien en la diplomacia no está improvisando.
Pero si ya estamos en el tema económico, no podemos ignorar el elefante en la habitación, y no, no me refiero a la decoración de mi casa (que siempre es un caos, cortesía de mis hijos, bueno y yo también). Hablo de Donald Trump, quien está amenazando con imponer un 25% de aranceles a las importaciones mexicanas. Claro, lo hace para lucirse ante su base electoral y vender la idea de que “America First” sigue vigente.
Ahora, la amenaza no es nueva, pero sigue siendo alarmante. México es el segundo mayor contribuyente al déficit comercial de Estados Unidos, y Trump usa esa cifra como bandera para justificar su postura. Lo que no dice es que, si cumple su amenaza, el consumidor promedio estadounidense va a terminar pagando más por su camioneta o su televisor. ¿Y saben qué? Nosotros tampoco salimos ilesos, porque esta interdependencia comercial no perdona.
Marcelo Ebrard tiene aquí un desafío de campeonato: evitar que estas amenazas se concreten y, al mismo tiempo, diseñar estrategias que no nos dejen dependiendo de un vecino tan voluble. Si logramos diversificar mercados y fortalecer nuestra producción local, nuestra oferta de servicios en turismo y desarrollo tecnológico, quizá algún día dejemos de reaccionar ante los berrinches de Trump y empecemos a jugar a la ofensiva.
En la misma encuesta, la confianza en las instituciones sigue siendo un dato revelador. La Marina y el Ejército lideran con 45% y 39.8% de confianza, respectivamente. Esto refleja algo importante: la gente busca estabilidad y orden en un mar de incertidumbre. Pero esa confianza, aunque valiosa, no resuelve los problemas estructurales de fondo.
Por ejemplo, mientras los números pintan un panorama esperanzador en la percepción de seguridad, el caso de Monserrat Uribe y las 6.28 desapariciones diarias en la Ciudad de México nos recuerdan que la realidad no se maquilla. Hay huecos que necesitan llenarse con acciones, no con promesas o estrategias mediáticas.
El país está en un punto crítico donde la economía y la seguridad son los ejes centrales de nuestras preocupaciones. Los datos lo dejan claro: la confianza depositada en figuras como García Harfuch, Ebrard y De la Fuente no es un premio, es un voto condicionado. Ellos tienen la tarea de convertir esa confianza en acciones concretas.
Reflexión final:
Como buen mexicano, siempre espero lo mejor, pero no dejo de sospechar lo peor. Porque, como me dijo una vez una tía, mientras revisaba las cuentas del rosario: “La fe mueve montañas, pero la acción saca las piedras del camino.” Y aquí estamos, queridos lectores, esperando a que muevan montañas… o al menos que nos dejen ver que están sacando las piedras.